Hace un tiempo, un colega me recomendaba que incluyera en mi blog una breve reseña de presentación, para presentarme a todos aquellos que tengan el placer de no soportarme a diario mis perfiles en redes sociales.
«¡Qué horror, hablar de mi!» pensé. ¿Puede haber algo más difícil? ¡Si no soy influencer ni instagramer!
Pero, como siempre acabo dándole la razón a aquellos que saben más que yo, decidí seguir su consejo y presentarme formalmente.
Y aquí estoy, para servirle a usted, amable lector.
Nací poco después de que los Rolling Stones publicaran su genial Sticky Fingers, pero antes del no menos genial It’s Only Rock & Roll. En otras palabras, crecí y me siento hijo de los célebres Ochenta.
Soy de Alicante, la casa de la primavera, en palabras de Wenceslao Fernández Flores, o la millor terra del món, como la rebautizara el Marqués de Molins.
Madrid es mi casa de adopción desde que el euro es euro. Aún no se me ha borrado el Mediterráneo de los ojos, y por eso lo echo infinitamente de menos, así como a toda la familia y amigos que dejé junto a mi barco pirata. Pero no por ello he dejado de enamorarme hasta las trancas del Madrid más canalla, de sus gentes autóctonas importadas de las cuatro esquinas del globo, de sus rincones mágicos – ay, barrio de La Latina de mis desvelos…- y de esos usos castellano-viejos que aún subsisten en el ADN matritense más castizo, con ese puntito de chulería cañí que tanto me pone.
El gran amor de mi vida son mi mujer y mis tres enanos. Ser padre es la mayor aventura que puede existir. Y yo trato de vivirla y disfrutarla lo mejor que puedo y sé.
Detrás, a mucha distancia, mi segundo gran amor es escribir. Me gusta escribir. Siempre se me ha dado mejor expresar lo que pienso contándoselo a una pantalla o una hoja en blanco que hablando a mis congéneres, consecuencia inevitable de algún antiguo complejo mal curado. Desgraciadamente, no dispongo de suficiente tiempo para escribir con la frecuencia que me gustaría, pero de vez en cuando me entra el gusanillo y me desahogo machacando a las inocentes teclas.
Me encanta esa vieja visión utópica del periodismo, que define su misión como perseguir la búsqueda de la verdad con objeto de hacerla pública a todos los ciudadanos, tan lejana a la actual realidad profesional, maquiavélicamente movida por intereses políticos y mercantiles.
Soy fan del ba-lon-ces-to y del rugby; de mi Alicante natal y mi Madrid putativo; de la ingenuidad y la pureza de los más niños y de nuestros mayores; del Atleti, puro coraje y corazón atlético hasta la muerte; de las cosas importantes de la vida que suceden sin darnos cuenta; de San Joaquin Sabina de todos los santos; de la publicidad, mi otra pasión, que me da de comer espiritual y económicamente desde hace más tiempo del que me gustaría recordar; de los lugares, las personas y los momentos anónimos que realmente vale la pena conocer y a los que nadie presta atención.
Desprecio el caciquismo, el amiguismo y, en general, cualquier tipo de ismo que suene a fanatismo radical. Odio el abuso del poder, las injusticias, la explotación de los débiles y todo aquello que se mueva por intereses solapados y partidistas, y nadie ni nada evitará que me dedique a condenarlos y denunciarlos. Desprecio el egoísmo, el ansia de poder a cualquier precio, la adoración del dinero y la escasez de valores humanos. Soy, por tanto, un agnóstico recalcitrante de cualquier forma política.
Creo firmemente en esa extraña mezcla de ironía y poesía que algunos locos llaman VIDA. Creo firmemente que vivir será la mejor aventura que jamás podamos experimentar. Así que trato de saborearla en cada sorbo como si fuera el último.
Por último, me gustaría dejar claro que estas son mis opiniones, hoy y aquí. No aspiro a tener la razón en todo, ni siquiera en una parte ínfima de lo que digo. Pero es probable que tu y yo no coincidamos algunas veces. Me parece perfecto. La diversidad no nos separa, nos enriquece. Te invito a contraargumentar y abrir debates; nunca serás denostado por ello. Es más, te lo agradezco desde ya. Pero reivindico mi derecho a equivocarme, tanto como a respetar tu punto de vista.
Si no tuviera bastante con este sitio, también tengo otros tres blogs:
- MadKETING&Com, donde hablo de cómo me gano la vida: la publicidad, el marketing y la comunicación corporativa;
- Erase Una Vez, Los Ochenta, Un cumplido homenaje de los hijos de los 80’s a la década más alucinante de la historia;
- La Millor Terra del Mon, una bitácora familiar sobre mi Alicante natal.
¿Qué más os puedo contar? Ah, sí. El nombre del blog, inspirado en mi perfil de Twitter (@victurs) es un juego de palabras creado por mis compañeros de BUP para sobrevivir a las aburridas clases de Latín; inVICTURS es un guiño a este apodo y a la película Invictus, la mejor película que se ha hecho jamás sobre rugby, que es otra de mis grandes pasiones.
Y creo que, más o menos, eso es todo. Las puertas están abiertas, así que pasa sin llamar. Aquí tenemos de todo, hablamos de todo, recibimos a todos. Tenemos página de Facebook, tenemos un álbum de cuentos incontables, tenemos un catálogo de fauna urbana, tenemos mil temas de los que hablar y, por tener, tenemos hasta banda sonora en Spotify…
Y ahora, si he conseguido llamar tu atención y quieres conocer más sobre mi blog, te invito a leer mi primer post: Vini, Vidi, Blogui.
Ánimo y paciencia; lo vas a necesitar…
Deja una respuesta