Te esperaré, aunque para ello necesite tres vidas.
Te esperaré hasta que se pudra la luna de vieja y se apague el sol.
Te esperaré hasta que el cielo caiga sobre nuestras cabezas.
Te esperaré hasta que te presienta en el olor de la tarde.
Te esperaré hasta que las nubes me anuncien tu vuelta.
Te esperaré hasta que el periódico informe de tu llegada.
Te esperaré hasta que una estrella fugaz me indique tu proximidad.
Te esperaré hasta que me salgan arrugas en la memoria.
Te esperaré. Y conservaré intacto tu hueco en mi cama.
Te esperaré hasta desgastar tu nombre de tanto repetírmelo.
Te esperaré hasta que tu foto se amarillee de puro vieja.
Te esperaré hasta que tus curvas se enderecen con los años.
Te esperaré hasta que tu fantasma me roce en la noche.
Te esperaré hasta que suene de nuevo nuestra canción.
Te esperaré hasta que se seque el árbol del que una vez comimos.
Te esperaré aunque se pierda el eco de tus risas.
Te esperaré hasta que los mares hiervan como el infierno de tu ausencia.
Te esperaré hasta que la noche lo cubra todo.
Te esperaré aunque mis ojos se empeñen en olvidar tus labios.
Te esperaré hasta el día antes de tu regreso.
Te esperaré hasta que las puertas de la ciudad se abran para tí.
Te esperaré hasta que la gente salga a la calle para recibirte.
Te esperaré hasta que el mirlo me avise de que has vuelto.
Te esperaré hasta ver tu brillo deslumbrante acercarse.
Te esperaré hasta que sienta tus pasos en el pasillo.
Te esperaré hasta que huela el perfume que te precede.
Te esperaré hasta un minuto antes de que te materialices ante mí.
Te esperaré hasta que oiga tu llave en la cerradura.
Te esperaré hasta que tu vuelta sea indudable.
Y entonces huiré raudo, sin volver jamás la vista atrás.
Sólo así, podré seguir soñándote.

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