Me encanta lo esotérico que se está volviendo últimamente el mundillo del management. Desde luego, estos señores cuando les da por ponerse estupendos, no hay kaiku que se les resista. Y es que tienen salida para todo.
¿Alguna vez has visto anuncio en el que se vende piso con muchas posibilidades, muy luminoso, ideal para parejas deportistas, zona tranquila, todo facilidades? Yo sí; resultó ser un cuchitril en estado de semiruina con una claraboya en el techo, poco más grande que un cuarto trastero, séptima planta sin ascensor en un barrio casi abandonado, para el que solamente necesitarás hipoteca a cincuenta años y aval por el triple del valor del piso. Mentir, lo que se dice mentir, no es que hayan mentido. Simplemente, habían reinterpretado libremente la realidad.
Pues eso mismo pasa con las últimas modas profesionales. Solo que con muchísimo menos gracia. Oyes hablar a determinados gurús y te entran ganas de preguntarles por qué salieron de Marte para venir a fastidiar al prójimo en la Tierra. Aunque tampoco serviría de mucho; ya me conozco la respuesta. Para Reinventarse.
Reinventarse es hoy la respuesta universal a casi todo. Que tu negocio se ha ido al carajo y tu mercado se ha quedado obsoleto y decrépito, pues te reinventas. Que tu marca está viejuna y más casposa que un suplemento del ABC, pues te reinventas. Que te quedas en la calle con cincuenta años y sin un duro de paro, pues te reinventas. Que tu pareja te deja tirad@ y se larga con el monitor de su gimnasio, pues te reinventas, como El Dioni. Así de fácil.
Luego la realidad es que nadie se reinventa, porque ni Dios entiende que significa eso de reinventarse… Y mucho menos cómo se hace. Para reinventarse hace falta genialidad, suerte y energía; de lo primero andamos justos, lo segundo lo dejamos para la Bonoloto y lo tercero nos da mucha pereza. Así que mejor nos quedamos como estamos, ya si eso.
Y entonces te dicen que no, que tu problema es que tienes que Huir de tu Zona de Confort. Salir de tu zona de confort significa, más o menos: deja de hacer lo que has hecho toda tu puta vida y que se te da medianamente bien, para dedicarte a hacer otras cosas de las que no tienes ni pajolera idea, y cruza los dedos, a ver qué tal se te da la cosa… ¿Para qué ser razonablemente decente en algo cuando puedes fracasar por todo lo alto metiéndote en camisas de once varas? (vamos, una reinterpretación del Principio de Dilbert de toda la vida: asciende en el escalafón hasta alcanzar tu nivel de incompetencia óptimo). Y en caso de fracaso, recuerda, siempre te queda Reinventarte.
Pero claro, el problema es que no nos reinventamos porque no tenemos Talento. Normal; si se lo han llevado todo los cazadores de talento. Porque hoy, además de cazadores de perdices y liebres, también existen los Cazadores de Talento. Cualquier empresa que aspire a ser algo, debe concentrarse en reclutar Talento. Por si no sabes lo que quiere decir eso, te lo explico: consiste en despedir a todos los que son alguien en una empresa – especialmente si saben pensar por sí solos -para sustituirlos por una caterva de niñatos sin experiencia a cambio de salarios subsaharianos, aprovechando que nadie quiere darles su primera oportunidad laboral. Así consigues joder de una sentada a los veteranos y a los jóvenes. Hay que tener mucho Talento para acumular tanta torpeza, desde luego. Anda que no van a tener que juntar karma esta gente para no acabar reencarnándose en ladilla…
En cualquier caso, ahora la sodomía es un verdadero placer, como diría Grey (el de las sombras, no la pija de la anatomía…). Porque los gurús han creado un bálsamo lubricante para que traguemos mejor; se llama Felicidad.
(Venga, todos de rodillas, que he dicho felicidad…)
La Felicidad es la Respuesta. Todo es Feliz. Las empresas son felices. Los becarios son Felices. Los ERE son felices. Hasta Bárcenas es feliz. No hay problema que no cure la Felicidad. Ni los recortes salariales, ni que tengas que hacer el curro de siete porque han tirado a todos los que estaban en tu planta, ni que este año por navidades te regalen una bolsa de avellanas garrapiñadas importa. Porque ahora todos somos Felices. ¡Wow! Lo chungo es que los del Talento hablan mucho de que seamos felices, pero no comparten lo que ellos fuman para serlo. Y claro, a la peña se le nota que el rostro no les llega para expresar mucha Felicidad… Como mucho les alcanza para poner la cara del Fary después de chupar tres kilos de limones.
Si eres de los que les da fatiga lo de reinventarse, te gusta estar calentito en tu zona de confort y el talento no te llega a final de mes, además de ser español tienes otra solución: La Marca Personal (orgasmo supremo). La Marca Personal es otra de esas palabrejas vacías que utilizan los chamanes del management para vender seminarios, cursos, libros y operetas. La Marca Personal es, básicamente, vender todo el humo que puedas. Te sirve si eres un guionista de Lost o trabajas en Philip Morris, pero fuera de ahí tampoco te creas que sirve para gran cosa. Eso de la Marca Personal no es un invento reciente; yo hice la mía por primera vez en 1991. Aunque entonces se llamaba DNI. De todos modos, si has leído esto es casi seguro que tienes un perfil en redes sociales; pues pon en tu perfil una foto de tu careto que luzca lindo en vez de la foto del gato y ya está, ya tienes Marca Personal. Bienvenido al mundo.
Pero no creas que hemos terminado en tu proceso de gururización; el siguiente paso que tendrás que dar es Emprender.
(Rediosss, qué gran palabra: Em-pren-der. Me ponen las trisílabas, tienen un sex-appeal brutal, ¿no os parece?)
Pues ya lo tienes, así que no busques más, colega, porque éste es el remedio a todos tus males. Tú lo que tienes que hacer es em-pren-der. Con tu carrito de perritos calientes, tu negocio de hombre-anuncio o lo que sea… Te explico cómo se hace esto: vas al registro mercantil, sueltas tres mil leiros y ya estás emprendiendo. Bueno, si tienes un plan de negocio probablemente te vaya mejor. Y, si encima tienes algo que vender, el resultado mejora espectacularmente. Y, para colmo, si tienes algo que vender que le interese a alguien que tenga dinero, es cuando te sales, o al menos eso se rumorea (como no hay casos documentados que cumplan todos esos requisitos, habría que añadir lo de «quod no erat demonstrandum»). Pero, vamos, que se supone que cumpliendo con todos estos requisitos gana mucho el conjunto. Hasta dinero y todo.
Pues ya lo sabes: Reinvéntate, acumula Talento, móntate tu Marca Personal y Emprende. Y verás el mundo de color de rosa; fijo. Y si no lo consigues ni con esas, no te me agobies, primo. Toma todas estas fórmulas, mézclalas con palabros como resilencia (no quejarte cuando te pongan cada día a apagar un incendio nuevo), disrupción (dar el cante haciendo frikadas), empatía (sonríe a tus víctimas mientras las tortures) o asertividad (ésta no tiene significado alguno, al menos en lenguas vivas…), alíñalas con un pack de frases de Claudio Coelho, Albert Einstein y Nelson Mandela (no es necesario que las hayan pronunciado jamás en vida, mientras aparezcan junto a una foto de su jeta) – y serás un gurú tú también; al fin y al cabo, uno más ni se va a notar.
Eso sí, que sepas que cuando las tortugas tomen la tierra, serás uno de los primeros en caer. Y estará plenamente justificado…
La disrupción vendrá después del emprendimiento, supongo… cuando ya te has convertido en gurú. Todo tiene su proceso XD.
Mi jugada es: Disrupción, asertividad, empatía y resilencia. Poker de memeces. ¿Quién va de mano, que le toca tirar?
Gracias por la aportación; esto está cogiendo tal nivel de surrealismo que parece un telediario…
Buena serie Victor, daría para un buen podcast o un programa radiofónico…
Estás anticuado. Te faltó disprubcionar, perdón dipsubcionar, … bah déjalo, me he reido un rato. Ya soy feliz y sin tanto jaleo
Tremenda jartá de reir…. ¡gracias Victor! 😀