Malditos sean los pobres de espíritu, que se alimentan solo del dinero que les sobra.
Benditos los caídos en desgracia, porque ya no tienen nada más abajo donde caer.
Malditos sean los mercenarios profesionales que se dedican a barrenar los sueños del prójimo.
Benditos sean los niños porque siguen creyendo que mañana todavía saldrá el sol.
Maldito sea el día en el que me enamoré de los ojos de la chica de la curva.
Bendito el sabor del olvido en tu boca.
Malditos sean los terroristas porque han hecho de la muerte su negocio.
Y benditas sus madres porque han hecho del sexo al por menor su negocio.
Malditas sean las noches de insomnio en las que nos visitan los fantasmas de quienes echamos de menos.
Benditas sean las mañanas de los domingos en las que el sol se reconcilia con el mar.
Malditos sean los cobardes que enjuagan sus frustraciones con las lágrimas de los débiles.
Benditas sean las mujeres que saben levantarse y decir basta con la cabeza bien alta.
Malditos sean los vientos de cambio que hacen que TU más YO no sumen nunca NOSOTROS.
Benditos los camareros que nos sirven una copa larga y helada de treguas agitada, no mezclada.
Maldita sea la sal que se pega al acero inolvidable con el que están hechos los sueños.
Benditos los incautos que siguen despertándose con una sonrisa pintada en la cara.
Maldito sea el suspiro por el que se nos van las fuerzas de seguir adelante.
Bendito el instante en el que cerramos los ojos y viajamos hasta universos mas amables.
Malditos sean los idiotas que siguen pensando que el mundo no es plano.
Benditas los horas que nos regala la madrugada para gritar al filo de la aurora, la falta que me haces.
Maldito sea el portazo con el que te despido cada mañana.
Bendito sea aquel rincón oscuro en el que te besé por primera vez.
Maldito sea el teléfono, cada vez que suena y no me trae tu voz.
Bendito sea el teléfono, cuyo cordón umbilical me mantiene con vida unido a tí.
Invicturs 
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