Un ombligo en mi timeline

Por encima de cualquier otra práctica, hay un uso de las redes sociales que está especialmente extendido: mirarse el ombligo. Que no digo yo que sea un mal vicio – a mí al menos se me ocurren peores… – pero sí genera un poco de hartazgo en ocasiones, para que lo vamos a negar.

— Pregunta: ¿y de qué demonios estamos hablando?
— Respuesta: A ver, ¿cuál se está convirtiendo en el tema más recurrente en las redes sociales?
— Pregunta: ¿Las redes sociales?
— Respuesta: Correcto. Toma, una galletita.

Yes. He aquí el quid de la cuestión. El abuso que cometemos al hablar sobre redes sociales en las propias redes sociales. O sea, mirarse el ombligo. O retuitearlo, para el caso…

Cada vez existe un mayor tráfico de información referente al social media y al marketing online en general en las propias redes sociales. Nada más lógico. Muchos somos los que vivimos – total o parcialmente – de las redes sociales y nada es más comprensible que hablemos sobre aquello que mejor conocemos, que nos da de comer, que afecta directamente a nuestro business y que además, como compruebo cada día, nos apasiona intensamente a tantos. Al fin y al cabo, nadie está más interesado acerca de hablar del social media que los que lo trabajamos.

Buscamos argumentos a su favor de su uso, lo defendemos con ferocidad, lo cuidamos, lo comparamos con otros medios/soportes buscándole ventajas competitivas, lo regañamos amablemente cuando se desvía del camino, buscamos normalizarlo… Ni un reproche en esta línea.

A ese interés, se une el hecho de que las propias agencias online y profesionales que nos dedicamos de algún modo a ello (anunciantes periodistas, SEO’s, creativos…) somos los generadores de una gran parte de la información que aparece publicada en el social media, enfocada en las líneas que antes comentaba. Tampoco pongo objeciones a ello.

Ni mucho menos dudo de su eficacia e interés: a los usuarios de redes sociales les gustan las redes sociales; de lo contrario, no estarían en ellas. Quieren oír, leer y aprender sobre ellas. De este modo consiguen orientarse un poco entre tanta jungla de información y refuerzan/reforzamos nuestro sentimiento de pertenencia al grupo (¡¡bendita cohesión grupal, cuánto mal ha hecho!!).

Sin embargo, no deja de resultar preocupante que tanto exceso de información sobre social media acabe convirtiendo a las propias redes sociales en un nicho friki restrictivo de información – nada más lejos de su objetivo inicial -. Un lugar por y para geeks, donde todos los contenidos hablen sobre ella misma, modelándola, diseccionándola, regularizándola en exceso.

«La cultura sucumbe bajo el volumen de la producción, la avalancha de las letras, la locura de la cantidad» (La Insoportable Levedad del Ser, Milan Kundera)

con traje pero aburrido

Es bueno trabajar nuestros propios contenidos. Es bueno analizar, estudiar y buscar conclusiones, conexiones, nuevas realidades e interpretaciones. Pero la falta de imaginación juega en nuestra contra. El abuso repetitivo que se produce sobre algunos temas provoca, no solo que se desvirtúe la opinión y el trabajo inicial de los que abrieron dicho debate, sino la importancia del tema en sí.

En el mundo del marketing y la publicidad — la de verdad, quisir…— de donde vengo, esta práctica es demasiado habitual. Hubo un tiempo en el que parecía que todos aquellos quienes diéramos alguna vez una clase o una conferencia, debíamos tener nuestra propia definición del marketing. ¡¡Es estúpido!!

Ahora asistimos una posible repetición de dicho error. ¿Cuántas definiciones diferentes conoces sobre qué es un community manager y sus responsabilidades, por poner un ejemplo. Pues en realidad, muy pocas; Artículos y posts versionando sobre este tema, muchos. Muchísimos. Pero definiciones, prácticamente es la misma en todos los casos; piénsalo bien, consulta la tuya y compara. Una mesa es una mesa; una silla es una silla; un CM es un CM… Entonces,

¿para qué decir tantas veces lo mismo con la variedad infinita de temas que aún nos queda por tratar?

Y si esta práctica no fuera de por sí excesiva, tenemos que añadir que el propio uso del social media y la búsqueda insaciable de contenidos para dotar de valor a nuestros perfiles (especialmente los personales), hace que cada una de estas publicaciones sea repetidamente compartida, publicada, retwitteada y blogueada por todos, infinitas veces y durante largo tiempo. Todos usamos, mas o menos, las mismas fuentes. Todos trabajamos sobre la misma información. De hecho, si buscas atentamente en tu muro o en tu TL, igual puedes encontrar a algún despistado que haya re-publicado recientemente, como si de una primicia se tratara, el anuncio de que la Segunda Guerra Mundial ha terminado. Y no te extrañe si tiene 27 «me gusta» jaleándole por esta novedad.

Me gustaría ver unas redes con mayor diversidad de contenidos, con más grupos más especializados en mayor variedad de temas. Las redes sociales son contenedores de información, agrupadores de contenidos desde donde se puede aglutinar y hablar de prácticamente cualquier aspecto de la vida. ¿Por qué no lo hacemos más a menudo?

Me gustaría mayores y mejores ejercicios de responsabilidad a la hora de compartir una información que ya ha sido compartida cientos de veces. No solo corres el riesgo de que no te lea nadie, sino de mostrar que no estás informado y te preocupas por leer lo que los demás escriben y comparten anteriormente a tí.

La evolución dista mucho de crear nuevas redes hiperespecializadas, de las que ya se han visto algún que otro ejercicio. La evolución pasa por aplicar la creatividad a los temas sobre los que hablemos y en reproducir con mayor fidelidad los temas comunes de debate que existen en la calle, convertirnos en el altavoz, cualificado o no, profesional o aficionado, de lo que importa en el mundo real en el que vivimos. Y en el mundo 1.0 también.

Sí, lo sé… Muchos me diréis que ya existen infinitas páginas y grupos que hablan sobre temáticas particulares y que plantean de algún modo este debate; que hay perfiles y usuarios que conocen y profundizan en sus campos habituales de trabajo: periodismo, moda, humor, publicidad, relaciones públicas, educación, psicología… coño, hasta de meteorología, que ya tiene mérito…

Todo esto ya lo sé. Y me obnubilo y me congratulo y mi gratitud no disimulo, que diría Don Mendo. Pero… Y tú y yo;

  • ¿De qué temas hablamos?
  • ¿Estamos demasiado especializados o tratamos de ser amenos?
  • ¿Replicamos, plagiamos o reinventamos?
  • ¿Amplificamos o innovamos?
  • ¿Representamos en nuestro blog aquello que afecta al mundo que nos rodea – lo que importa a los demás – o sólo aquello que nos importa a nosotros?

Meditemos la respuesta. El social media se basa en conversar. Y a nadie le gusta conversar con alguien cuyo discurso está plagado de tópicos y obviedades y que no escucha a sus interlocutores. Eso, amigos, sólo nos llevaría a la condena de quedarnos solos, hablando con nuestro propio ombligo…

OMBLIGO

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